Las carreteras que necesitamos

2131744_1b4fad501263116La mayor crítica que efectúan los usuarios a la infraestructura está centrada en la condición del pavimento, pero sobre todo en la constante interrupción por obras de reparación y rehabilitación que afectan el ritmo de sus actividades, y cuestionan porqué la autoridad no construye pavimentos más perdurables en el tiempo y que incluso no requieran de mantención.
Obtener una infraestructura como la que demandan los usuarios exige que los estándares y especificaciones de construcción respondan a este propósito, de mayor durabilidad y mínima (o incluso ninguna) intervención durante su vida útil, y en algunos casos a mayores inversiones iniciales en pos de este objetivo.
Sin embargo, las autoridades no siempre tienen en cuenta esta situación y siguen apostando por obras de muy bajo costo y estándar que a la larga se convierten en condenas de desangre presupuestal que se mantienen a lo largo del tiempo, las cuales pudieron haberse evitado al optar por alguna alternativa mejor.
El problema es que precisamente no hay mucho espacio para una alternativa mejor. Primero, porque no hay interés por abrir puertas para evaluar otras alternativas, y segundo se desechan a priori opciones interesantes desde toda perspectiva por viejos paradigmas o incorrectas creencias sobre el costo de determinadas tecnologías e innovaciones, las cuales pueden llegar a ser definitivamente más convenientes en el costo del ciclo de vida de la infraestructura e incluso ser más convenientes en costo directo inicial. Además, evaluar variadas posibilidades fomenta la competencia y regula el mercado.
Invertir en infraestructura de calidad no solamente aumentará la vida útil de las obras y aumentará la disponibilidad de presupuesto para otros caminos, sino que además reducirá las inconformidades de los usuarios y vecinos normalmente afectados por frecuentes y prolongados cierres debidos a mantenciones, producto de una apuesta por lo barato que a la larga hacen insostenible el sistema.
Lo paradójico es que en el país ya existen tecnologías e innovaciones que podrían contribuir a reducir el problema de los cierres excesivos y una reducida durabilidad de los caminos, pero que no son tenidas en cuenta, bien sea por desconocimiento de su existencia por parte de los tomadores de decisión o evaluadores de proyectos pre-inversión, o simplemente desechadas a priori por el prejuicio infundado de su costo o las trabas normativas para su adopción.
Mejor es Posible
En la actualidad se desarrollan los trabajos de pavimentación con hormigón del camino de La Pólvora, donde el MOP ha logrado desarrollar un proyecto que se ejecuta con altos estándares de calidad, apostando por una alternativa de solución de largo plazo en reemplazo de un pavimento que tuvo un dramático deterioro.
Además, este proyecto en costo directo inicial, si bien es importante en cuanto al monto de la inversión que implicó, resultó valiendo mucho menos de lo que hubiera sido una solución tradicional, gracias a la posibilidad de evaluar y abrir espacio a la innovación de los pavimentos de las losas cortas de hormigón sobre asfalto.
Por otro lado, existe otra situación en el caso de caminos catalogados de bajo tránsito, por el reducido volumen de vehículos que circulan, pero en ocasiones tienen altos niveles de carga; en donde al aplicar la típica receta de mantención de bajo costo, el resultado para este tipo de caminos es que ellos no duran lo que debieran y exigen una constante mantención, la cual conlleva un gasto reiterado y permanente.
En respuesta a lo anterior, existen soluciones con pavimentos ultradelgados de hormigón con fibras, que entregan mayor durabilidad, mínimo o ningún mantenimiento durante su periodo de vida de diseño y a un costo cercano respecto a lo que el MOP suele utilizar. Los pavimentos ultradelgados de hormigón con fibra han sido probados con bastante éxito en varias regiones, en caminos básicos y básicos intermedios.
En el caso de caminos de bajo tránsito, lo que ha impedido mayor masificación de los pavimentos ultradelgados de hormigón, es que muchas veces por desconocimiento o por persistir en lo mismo no se especifican. No usar nuevas tecnologías es renunciar a destinar los ahorros en conservación que se tendrían, para emplearlos en una mayor cobertura de la red, interviniendo otros caminos que puedan quedar sin atención por falta de presupuesto.
Este hecho es más crítico en caminos que por su localización geográfica y topografía es impráctico e improcedente hacer constantes mantenimientos y se requiere dejar infraestructuras más permanentes pero a un bajo costo; tal es el caso de los 4,4 km que Vialidad construye un pavimento ultradelgado de hormigón en Bahía Murta, sur de Chile.
Finalmente, la tarea es modernizar la normativa y las metodologías de evaluación de proyectos de infraestructura con criterios actuales y realistas, así como evolucionar hacia una mirada de largo plazo que garantice poder contar con más kilómetros de calles y carreteras como las que necesitamos, en pos de mayor desarrollo y calidad de vida.
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